Ahora que parece que el tema de la huelga de transportes se ha relajado (aunque con amenazas de repetirse en cualquier momento), me he parado a reflexionar un poco sobre el tema.
Soy de las que prefiere dejar las cosas reposar antes de decir nada y soy consciente que la problemática que atraviesa el sector es compleja, muchísimo. Además, siendo de ciencias ambientales, no transportista, no me creo en poder de la verdad, pero sin embargo, la situación me ha hecho pensar.
Por un lado está la idea que, creo, que nos ha cruzado a todos por la cabeza: necesitamos depender lo menos posible de los combustibles fósiles. Es necesario un cambio y lo necesitamos ya. No es sencillo, lo sé, pero hay que dejar de ponernos palos en las ruedas y darle el empujón a las renovables que hace falta.
Necesitamos una mayor conexión intermodal. El ruido lo hemos visto en los camioneros, pero el transporte de mercancías no es exclusivo suyo. Hablamos de trenes y de barcos y también de pequeños repartidores. Una mayor y mejor conexión entre todos estos elementos es clave para ello y en pleno siglo XXI no creo que el desarrollo tecnológico necesario para ello sea un problema.
Es necesaria una modernización de los vehículos. Más eficiente, menos contaminante y a ser posible eléctrica (y sí, hay camiones eléctricos, cosa que pensaba que no hasta que me he puesto a investigar para este post).
Algunos datos para que no se nos olviden:
- el 72% de las emisiones totales de gases de efecto invernadero de la Unión Europea en 2017 fueron causadas por el transporte en carretera. (Fuente: Transporeon , Transportation Pulse Report 2021).
- Una quinta parte de los viajes por carretera para el transporte de mercancías son con vehículos vacíos. ¡Vacíos! ¡Un 20%! Y en España prácticamente llegamos al 25%.
- El transporte consume un tercio de toda la energía final en Europa (mayoritariamente del petróleo), pero también genera problemas de contaminación atmosférica que pueden dañar a la salud (y no solo al entorno), genera ruido, y sus infraestructuras generan impactos en el paisaje y fraccionan el espacio afectando así a la biodiversidad.
Asociada a ésta una buena red de recarga eléctrica por toda Europa es fundamental.
Un estudio del año pasado sobre infraestructuras para recarga de vehículos en la UE dejó claro que desarrollar esta red de recarga es clave para alcanzar los objetivos de neutralidad de emisiones para 2050 pero que al mismo tiempo nos encontramos ante un problema tipo «huevo y gallina» (¿qué fue antes?) puesto que no habrá suficiente oferta y fabricación de vehículo eléctrico mientras no haya puntos de recarga y, al mismo tiempo, las inversiones para crear esta infraestructura requieren que haya un determinado volumen de vehículos que la necesite.
A eso añadimos la distribución desigual de esos puntos de recarga ya que en España apenas llegamos a los 6000 frente a los casi 32000 de nuestra vecina Francia (en tercera posición en Europa). Ya imposible compararnos con los Países Bajos, que lideran la carrera con más de 82000.
Pero vuelvo a lo que comentaba en los datos: los viajes en vacío. Es algo que como empresaria hace que me explote la cabeza. ¡Menuda ineficiencia! Ya como ambientóloga, ni os cuento…
Y ahí fue cuando caí en la cuenta del potencial que tiene la economía circular para ser palanca de cambio en este tema, puesto que una de las vías más interesantes de trabajarla es con la recuperación de productos puestos en el mercado que ya no sean queridos por el usuario, ya sea para reparar, remanufacturar o reutilizar sus componentes.
Demos una vuelta más y rediseñemos el transporte de mercancías: ¿Qué tal la generación de alianzas (bendito ODS 17) y compartir transporte? Algo similar se hizo en 2020 en Estados Unidos con una colaboración entre Coca-Cola y Land O´Lakes: un camión con el viaje de ida llevando la mantequilla de uno y haciendo la ruta de regreso con los pallets de bebidas del otro. ¿El resultado? 1120 millas menos recorridas y 2500 kg de CO2 menos emitidos. ¡Y 0 Km en vacío!
Otra vuelta: aprovechemos la tecnología, toda esa cantidad de datos que tenemos y creemos espacios (llámalo web, app, lo que sea) donde se pueda intercambiar información de rutas y cualquier transportista pueda ver si hay opciones de recogida de materiales o productos en su camino o a su vuelta, que pueda optimizar lo más posible la ruta para reducir kilómetros, tiempos y por tanto impactos negativos. Que les facilite la vida en lo posible, vamos.
Eso sí, todo esto no debería ir sin el acompañamiento, ayuda y apoyo necesario a todos los sectores. En el caso del transporte habría que facilitar todo lo posible la adquisición a vehículos sostenibles. Cada modelo necesita su vehículo, no soy quién para dictar nada, pero necesitamos más furgonetas eléctricas y camiones lo más eficientes posibles, entre otras muchas cosas.
Tenemos un sector complejo, pero crucial en nuestras vidas. Lo hemos visto con sus parones. Repensemos, rediseñemos, no nos quedemos en el «siempre se ha hecho así». Analicemos la situación desde un enfoque sistémico y busquemos nuevas soluciones a esos problemas de siempre. Es el momento de la transformación sostenible, también para el transporte.
Y tú, ¿cómo lo harías? ¡Te leo en los comentarios!