No hace falta que te cuente lo puñetero que ha sido este año. Cada una lo hemos ido sufriendo a nuestra manera y con nuestra casuística particular.

Sin embargo, pese a todos los sinsabores, restricciones, encierros, tristezas, etc., etc., no puedo dejar de estar agradecida por este año que (oh, cielos, ¡por fin!) ya termina.

El 2020 me ha traído cosas tan maravillosas como un podcast, que arrancó en marzo, y que en el día de hoy ha emitido su último programa del año (el 22, ¡qué número más majo!).

Tras una primera temporada completa de Vendrán Lluvias Suaves he aprendido mucho, muchísimo.  De audio, de voz, de mi capacidad organizativa, de vivir con mi propio caos, ¡de todo!. Además he podido conocer a gente maravillosa, tanto de la red de Podcastidae como de otros podcast que hay en la red.

Este año también me ha hecho descubrir muchas de mis necesidades ocultas. Esas que tienes en el fondo de tu corazón, apartadas en un rincón lejano de tu cerebro, y que con esta crisis han encontrado la vía para hacerse notar. He aprendido a escucharlas, a entenderlas y a valorar cuáles de ellas puedo conseguir (y hace falta) satisfacer.

Tengo que reconocer que, además, en lo laboral no puedo quejarme.

Se han caído proyectos, por supuesto, pero se han abierto otras puertas que no creía posibles. He conseguido trabajar con un cliente de esos grandes y que además te deja hacer. No digo que fuera fácil, pero lo he conseguido. Y eso hace que me sienta un pasito más cerca de mis objetivos empresariales a medio y largo plazo.

Las redes y las videoconferencias han permitido que llegue con propuestas de proyectos (que puede que alguno aterrice en 2021, crucemos los dedos) al otro lado del charco y los descargables que hice durante el año parece que han tenido muy buena acogida, lo que me anima a hacer más para el año que viene.

No puedo estar más orgullosa de lo conseguido con el programa de Sostenibilidad en Negocios. Tiene cosas que mejorar, lógicamente, y me ha quedado clarísimo que se me da fatal diseñar «producto mínimo viable» (lo del mínimo, es en lo que fallo jajajaja), pero ha gustado y le haré los cambios necesarios para repetir en 2021.

Por supuesto, aunque esto no ha sido sólo cosa del 2020, he tenido las mejores compañeras de trabajo del mundo. Sin Lorena e Isa habría sido imposible llegar tan lejos este año.

He aprendido a reconocer mis tiempos. He descubierto cuáles son mis auténticas prioridades (que no eran esas que yo creía tener tan claras) y me he reafirmado en cosas que ya creía. Me he asombrado conmigo misma, disfrutando del placer de crear cosas. He vuelto a tener ganas de aprender cosas nuevas.

También, gracias a este año, he encontrado mis límites. He visto hasta dónde puedo llegar y qué línea no debo cruzar si no quiero derrumbarme. También he ganado fuerzas para luchas posteriores (que llegarán, claro que llegarán, ¿o crees que 2021 va a ser totalmente inocente? :P)

Y sí, 2020 ha sido una mierda global, pero me ha traído tantas cosas buenas que también tengo que darle las gracias, además de esa patadita en el culo para que se marche ya.

¡Feliz año nuevo y gracias a quienes habéis estado ahí, nos vemos el año que viene!