Estés en el sector que estés es muy probable que en algún momento tengas que (si no te ha tocado ya) hacer un plan de acción.
Incluso si lo que haces es buscar empleo, también es muy recomendable a la hora de definir qué estrategia vas a seguir y qué pasos vas a dar para conseguir ese trabajo.
Al fin y al cabo, aunque suene mucho a terminología de coaching o similar, un plan de acción no es más que una lista de cosas a hacer (bien organizadas, eso sí) para conseguir uno o varios objetivos concretos y que puede aplicarse prácticamente a lo que te apetezca.
Pero como lo mío es la sostenibilidad, voy a centrarme hoy en los planes de acción sostenibles.
¿Dónde puedo utilizar un plan de acción sostenible?
Pues, como te decía unas líneas más arriba, en lo que te dé la gana. Lo más habitual es ponerse manos a la obra cuando tenemos una estrategia de sostenibilidad o queremos reducir nuestro impacto de alguna forma, por ejemplo nuestra huella de carbono.
Ahí es cuando deberíamos sentarnos y pensar: «Y ésto, ¿cómo lo consigo?«. Esa es la frase clave que te dice que necesitas un plan de acción.
¿Cómo es un plan de acción sostenible?
A poco que te des una vuelta por internet o le preguntes a Google, verás que hay mil y un recetas sobre los contenidos que tiene que tener un plan de acción. En realidad son todos más o menos similares por lo que, y aquí va el primer consejo del post, elige el que mejor se adapte a tu negocio y si no lo encuentras ¡adáptalo tú!
Te voy a contar qué suelo poner en los que hago yo, para que te sirva de inspiración, pero adapta todo lo que necesites para que estés lo más a gusto posible.
- ¿Qué quiero conseguir? Es muy importante tener clara nuestra meta. Y es muy útil ponerla por escrito. Darle palabras a esa idea que tenemos en la cabeza nos ayuda a centrarnos y a no irnos por las ramas. Por ejemplo… Contribuir al Objetivo de Desarrollo Sostenible 7 Energía asequible y no contaminante.
- Una lista de objetivos. Normalmente, para lograr esa meta tenemos que definir objetivos intermedios que nos permitan llegar. Otras veces lo que incluyes en el punto anterior es un objetivo ya de por sí, en ese caso pasa directamente al punto siguiente. Siguiendo con el ejemplo del ODS 7, podemos plantear reducir el consumo eléctrico de las instalaciones y cambiar del proveedor de energía a uno que ofrezca energía 100% renovable.
- Las tareas o acciones que tengo que hacer para cada objetivo. Cuanto más desmenuzado mejor, aunque te parezcan cosas obvias. Así te aseguras que no te saltas nada. Habrá cosas que resuelvas de forma casi instantánea y otras que te llevarán más tiempo, pero ponlas todas. Repito. TO-DAS. Ayuda muchísimo a dimensionar lo que hay que hacer y si hay un equipo de personas detrás de ese objetivo también facilita la organización del trabajo y las responsabilidades. Y, muy importante también, ponerlas en el orden que hay que hacerlas. En este caso, pensando en el cambio de proveedor, tendríamos algo así como:
- Mirar si en mi lugar de trabajo tengo capacidad para cambiar de proveedor (quizá dependa de mi o estoy alquilando un espacio que gestiona todo mi arrendador y tengo que hablar con él primero)
- Hacer un listado de posibles proveedores
- Buscar en internet la forma de contactar con los proveedores
- Redactar un email modelo de solicitud de presupuesto (no voy a escribir 50 veces lo mismo, ¿no?)
- Enviar emails para pedir presupuestos
- Contestar a posibles dudas de las empresas proveedoras
- Leer presupuestos
- Revisar condiciones de contratación
- …. (y así hasta llegar a último paso que es el cambio de proveedor)
- Una forma de comprobar y controlar cómo vas. Pueden ser indicadores (ojo con ésto, te lo explico más adelante) o simplemente haber tachado la acción de la lista. Lo que sí tiene que ser es sencillo, fácil de actualizar y que el hecho de revisarlo te diga rápidamente cómo vas y qué toca hacer ahora. Si utilizas indicadores de seguimiento evita por todos los medios indicadores complejos que te lleve más tiempo calcularlos que el hecho de hacer las tareas y, aquí lo importante, asegúrate que tengan correlación directa con lo que estás planteando. De poco sirve que mires si ha funcionado la acción «Formar a los empleados en ahorro de energía en los equipos de trabajo» en el indicador «Consumo mensual de electricidad en la oficina». ¿Por qué? Porque a lo mejor ese mes has tenido a 2 empleados de baja y por eso hay menos consumo o, al revés, habéis tenido que meter horas extra por un proyecto y os ha subido la factura.
- Plazos, plazos y más plazos. Aunque nos cueste, tenemos que decidir cuándo queremos tener cada cosa terminada. Si tenemos tendencia a la procrastinación pocas cosas nos pueden ayudar más a no perder el foco. Además, también da paz mental ver que llevas las cosas en los plazos establecidos o te espolea un poco a ponerte las pilas cuando ves que te queda poco margen.
Si es un proyecto en el que únicamente intervienes tú, yo lo dejaría aquí. Sin embargo, si lo estás planteando para un grupo de personas quizá sea interesante incluir una asignación de responsabilidades y un esquema claro de qué acción depende de otra para que se detecten fácilmente los cuellos de botella o puntos donde nos atascamos y no avanza el proyecto.
A partir de ahí, lo que veas. Que si priorizaciones, formación necesaria para los participantes, adquisiciones o compras previas, un mapa conceptual…
Lo importante aquí es que tengas claro a dónde quieres llegar, cómo vas a hacerlo y ¡ponerse a ello! De poco sirve planificar, si luego nos quedamos quietos y no hacemos nada.
¡Hasta el próximo post!
Y ya sabes que si necesitas ayuda para definir tu plan de acción sostenible, establecer objetivos o crear esos indicadores o KPI, puedes contactar conmigo cuando quieras. Además, el 30 de noviembre tenemos un taller práctico para trabajar estrategias de sostenibilidad y establecer objetivos e indicadores, así que si te interesa puedes apuntarte en este enlace.